9 de marzo de 2011

La Daga Vizcaína

"No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente" Así es como empieza la historia de Diego Alatriste y Tenorio, conocido como el Capitán Alatriste (aunque no poseía ese rango). Matarife a sueldo en aquella Madrid, Capital de las Españas, temida por toda Europa, pero podrida por dentro. ¿Qué tiene que ver esto con el Título del Blog? Pues bien, en aquella época los antiguos soldados de los viejos tercios utilizaban una espada ropera toledana y una pequeña daga fina y larga, conocida como la Vizcaína. Aunque parezca lo contrario, esta última era la más peligrosa, en un simple descuido te la podías encontrar clavada en el costado mientras intentas detener las embestidas de la ropera, rápida como un relámpago e invisible como un fantasma. También era utilizada para clavársela al enemigo en el cuello durante una emboscada por la espalda, sin darle tiempo para encomendarse a Dios o para meterla por las rendijas de la armadura para rematar a los caballeros moribundos caídos en la batalla que pedían misericordia.
Por eso no daba miedo la espada ropera, sino la sombra que la acompañaba veloz y ágil, la Vizcaína. Salvadora para algunos y verdugo para otros.
En definitiva, a veces el arma más ridícula y pequeña, puede convertirse en la más mortífera del mundo, esto se puede trasladar a las personas, porque una persona puede ser pequeña y debilucha, pero puede poseer un alto grado de conocimientos, siendo rechazados por la sociedad por su apariencia exterior sin tener en cuenta sus cualidades. Un claro ejemplo de esto son todos los ingenieros que están emigrando a Alemania, ya que aquí no son suficientemente valorados, mientras que allí son esgrimados por buenas manos, haciendo que una economía muy dañada por la crisis se haya recurado al 80% o superior.
Esos valores antiguos como la honra, el orgullo y la dignidad se han ido cambiando por otros totalemente diferentes. Aunque un español se pase 20 años trabajando para encontrar una cura al cáncer nunca será reconocido ni valorado, porque para la sociedad española actual, para ser reconocido y valorado hay que ser cornudo, puta o/y corrupto.

"Resuenan los redobles de los tambores de los viejos Tercios Españoles que guiarán a España a la victoria"

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