11 de noviembre de 2012

Como dejar una pared como un queso de Gruyere

La que empezó todo
Una de las cosas que no olvidaré en mi vida fue cuando dejamos la pared del fondo de la clase como un queso de Gruyere entre todos los compañeros de clase. Imaginaros como tenía que ser de mala la pared que un simple puñetazo se le hacía un agujero en la pared.
Empecemos pues.....
Esto ocurrió cuando tenía 15 años y estaba en 3º ESO, un día como otro cualquiera, la gente de mi clase comenzó la típica guerra de lanzamiento de tizas, hasta que el más espabilado de todos (léase como el más tonto) no se le ocurre otra cosa que lanzar una canica, menos mal que no le dio a nadie, y solo le dio a la pared haciéndose el primer agujero de los cientos que se harían después.
Al ver lo que hizo la canica, empezaron a darle golpes día tras día, hasta se retaban para ver quien hacía el agujero más grande (no eramos subnormales, eramos lo siguiente). A mi me retaron una vez, acepte y le di un puñetazo, el único que di (también era un subnormal como ellos, que le vamos hacer... era un época mala).
Lo peor llegó durante un examen de Religión, la profesora, que era una monja del colegio con muy mal genio, que vigilaba el examen se percató de la "famosa" pared y tras terminar el examen nos prohibió bajar al recreo hasta que no le explicásemos que le había ocurrido a esa pared a ella; a nuestra tutora, que era como Hagrid en versión femenina; y a la jefa de estudios, que era la típica mujer marimacho que daba educación física.
Se lo explicaron y tras 5 minutos de silencio nos castigaron a todos los chicos de la clase a que viniéramos por la tarde a arreglarlo; no castigaron a ninguna chica porque decían que ellas no tenían suficiente fuerza como para hacer un agujero y en verdad era al revés, las niñas también se retaban para hacer agujeros.
Yo me libré de ir por la tarde porque dije que tenía examen en la academia de ingles y no podía faltar, la verdad era otra, ese día en la academia tenía repaso de los errores del último examen, una tontería a la que solo iban los que suspendían.
Aquí no acabo todo, tras estar 5 horas arreglando la pared, no acabaron y me comentaron que durante el descanso del siguiente día teníamos que pintar la masilla que pusieron. Ese día no me pude escapar, me pasé todo el descanso con un rodillo pintando la pared, en fin, acabé con el brazo totalmente blanco por culpa de pésimo rodillo que nos dejaron.
Cuando acabé de pintar me fui a lavarme el brazo y lo tuve que hacer en el baño de las chicas porque en el de los chicos no se podía entrar del pestazo a mierda que había en el. Las niñas se me quedaban mirando cuando entraban en el baño y yo tan tranquilo ahí, como Pedro por su casa.
Y ya por último, todo lo que hicimos no sirvió de nada, al año siguiente los que entraron en esa misma aula descubrieron los boquetes y tras hacerles nuevos agujeros se cayó todo el "arreglo" que hicimos.
Llevará el día en el que le hagamos una nueva ventana a la pared.

0 comentarios:

Publicar un comentario